martes, 17 de septiembre de 2013

      No era un día especial, ni un feriado, ni Navidad, pero era un día nublado. Llovía tenuemente, esa llovizna que acecha a la ciudad, hace presente las baldosas y las metidas de pata.
      Era un día mas, hasta que cayo la noche, sin avisar y sin permiso. El viento hacia estremecer a todo cuerpo que caminaba por su paso. La llovizna entraba en los ojos, obligando a fruncir las cejas de los transeúntes.
      Fue entonces cuando Olivia decidió salir de su casa, para ir en busca de algún placer con precio y sabor a mentira, que sea dulce. Vivía justo enfrente de una importante red de supermercados %importante solo por desbordar en dinero%, así que tan solo tomo el ascensor, y cruzo la calle.
     Buscando entre las góndolas de alimentos, los ingredientes para su antojo, levanta la vista y ve los ojos que paralizaron su mundo, que transformaron sus sentimientos, que transformaron su sonrisa, su mirada, que dejaron paralizado su corazón. Dos segundos, o tal vez uno, y su vida, o el momento aquel de su vida, tomo otro giro, soñó un nuevo sueño.
     Al encontrarse con tales ojos, no quiso dejar de girar en torno de ellos, y aunque por un momento había pensado tan solo en recordarlos, al salir del supermercado, cruzo la calle y prendió un cigarro en la puerta de su casa. Que otra razón, para tal acto adolescente,que la de esperar a que salieran aquellos ojos.
    Llegando a las ultimas pitadas, y con la mirada fija y mentirosa, repentinamente se estremece su cuerpo al conseguir su objetivo, ver salir a aquella mujer que se había cruzado en su camino.
    Ella cruzo, Rosa se derritió de amor, ella volvió al supermercado. Ya quedaban pocas secas de aquel cigarro, que otra excusa podría conseguir para quedarse allí parada y alabar desde su interior, secretamente a aquella mujer. No le dio mucha importancia a ese problema, solo se alegro porque la volvería a ver, salir.
    Ella cruzo, y no se dirigió hacia donde antes se había encaminado, se transporto hacia el otro lado, dejando a Rosa desorientada pero desbordante de colores.
    Volvió a pasar por enfrente de su casa, recuerdo su espalda,su cabello. Pero no olvidare sus ojos, para volverlos a encontrar y contarles que hicieron estremecer de buen corazón, aquella fibra de mi alma, que hace tanto no sentía vibrar.

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